Nuestro viaje homérico nos conduce a la cima de un pico inescalado anteriormente en el glaciar de Revelations
La Odisea (6b A1 M7 1100m), cara oeste del Pyramid Peak en las Revelation Mountains.
Como el canto de las sirenas atrajo en su día a Ulises, así nos sentimos nosotros cuando oímos hablar a nuestro amigo Clint Helander sobre Revelation Range y empujados por ese nombre tan hipnótico nos dirigimos hacia el lugar, en busca de alguna revelación.
Concretamente nos sentimos muy atraídos por Pyramid Peak, que ya Clint había intentado escalarla dos veces sin éxito.
Llegamos al glaciar de Revelation el 17 de marzo y allí permanecimos durante algo más de dos semanas. Inmediatamente dirigimos nuestra atención a Pyramid y concretamente a lo que parecía una línea directa hacia la cima por el centro de su cara oeste. Dos días de esfuerzos fueron suficientes para darnos cuenta que no llegaríamos a la cima por ese camino. Hielo muy fino que no permitía ninguna protección, roca sin apenas fisuras y cuando las había tampoco se podían usar para protegerse adecuadamente y grandes bloques de nieve colgante que amenazaban con desprenderse sobre nosotros, fueron la causa de la retirada. De vuelta en el glaciar, con nuestro espíritu un poco tocado por el resultado decidimos buscar otra línea en las innumerables paredes vírgenes que se encuentran en este glaciar. Encontramos una posible línea a través de lo que parecía una delgada línea de hielo en un pico un poco más abajo del glaciar. La Ilíada tomo forma cuando los cuatro nos dirigimos a ver lo que nos encontrábamos y conseguimos escalar, esta hermosa línea de unos 900 metros de altura, tras 20 horas ininterrumpidas de campo base a campo base, el 23 de marzo.
De nuevo en el campo base y nuestra moral un poco más alta por este resultado, comenzamos a escanear la pared del Pyramid peak otra vez en busca de rutas alternativas para llegar a la cumbre.
Nos acercamos a la pared y dedicamos un día entero a buscar una posible ruta de ascenso en la misma pared oeste. Nuestra frustración de no encontrar ninguna línea que nos convenciera era evidente y decidimos regresar al campo base y pensar que hacer. Ahí estábamos los cuatro observando la pared en silencio cuando decidimos tomarnos unas “galletitas” que reservábamos para alguna celebración. Las galletitas se las dieron a Lise y Jerome un conductor que los recogió haciendo dedo cuando volvían de Anchorage a Talkeetna.
La tarde fue avanzando y nosotros continuábamos observando en silencio. Las sombras del atardecer iban subiendo por la pared y entre el contraste causado por éstas, sumado a la alteración de nuestra visión debido a las galletitas, la línea de la Odisea se hizo evidente.
Al día siguiente decidimos ir los cuatro a intentar escalar lo que parecía que había sido revelado esa misma tarde. Durante cuatro días de escalada, comenzando el 27 de marzo, los cuatro ascendimos la cara oeste del Pyramid Peak, en 18 largos verticales más unos 300 metros de escalada por una arista. La vía tiene varios largos de escalada mixta dura, nieve vertical difícil o imposible de proteger, algunos largos de nieve fácil, y unos 80 metros de roca muy muy suelta. Muchos de los largos fueron escalados con escasa protección, debido a las condiciones de la nieve o la roca, la cual carecía de fisuras adecuadas para ello. Hicimos tres vivacs y el 30 de marzo llegamos a la cumbre. Rapelamos por la cara noroeste para volver al campo base.
Los nombres fueron elegidos por las historias de Ulises, las cuales estuvieron muy presentes en nuestro viaje. Ulises quería más que nada volver a Ítaca, por encima de todas las cosas, la tenía siempre en su mente, la llegada a Ítaca era su destino pero una vez en ella se la encontró pobre y destruida y él se había convertido en un hombre viejo. La recompensa no fue regresar a Ítaca, sino el largo camino lleno de aventuras, lleno de conocimientos y el sabio en el que se hubo convertido a lo largo de todos esos años, de todos esos viajes. Ese sabio supo decirle, lo que significaban todas las Ítacas.
Una metáfora que nos gustó y nos gustaría aplicar en nuestras vidas como escaladores en las cuales, nuestra Ítaca, el objetivo y la cima que nos planteamos siempre y anhelamos conseguir no es nada más que la excusa para lanzarnos a explorar lo desconocido una y otra vez, para ir atesorando no montañas ni cimas sino verdadero conocimiento sobre nosotros mismos e ir haciéndonos cada vez un poquito más sabios.
Por Pedro Galán.
Texto y fotografías: Pedro Galán.